Si bien nos puede resultar normal, por necesario, el plantear un plan de negocio a la hora de crear una empresa, cuando ésta ya se ha consolidado y ha alcanzado su madurez, en el entorno de la empresa familiar ya no resulta tan frecuente que siga planteándose ordenadamente los distintos retos que va a encontrarse en un futuro, quizá no muy lejano, y cómo los va a afrontar.
Precisamente el haber alcanzado esta fase de madurez ya supone el primer desafío, al que deberá plantar cara la empresa familiar estando predispuesta a la innovación constante, que permita la promoción y diferenciación de sus productos y servicios actuales, desarrollando nuevas ideas.
Otro reto al que, sin duda, va a tener que enfrentarse nuestra empresa, también está relacionado con la madurez, pero en este caso a la madurez de nuestro equipo organizativo, que deberá resolver asignando responsabilidades a los profesionales más cualificados, que no siempre van a coincidir con los familiares de quien empezó dibujando aquél plan de viabilidad inicial.
Por último, el propietario o propietarios de esta empresa familiar deberá plantearse, y cuanto antes mejor, la sucesión de la misma. Se trata, sin duda, de un momento tan delicado como crucial. La definición de quien va ocupar la posición de líder y cómo queremos que se ostente el control de la empresa, van a ser las tareas a realizar por este propietario si pretende afrontar el futuro y perdurar en el tiempo. Si se encuentra con la problemática de la ausencia de un líder claro en la actualidad, el recurso a ciertas figuras sucesorias en el ámbito del derecho civil le va a resultar de una valiosa ayuda.