Lo que a veces un joven no se atreve a decir a sus padres, sí termina llegando a las redes sociales. Un grito, aparentemente sordo, pero que ‘escuchan’ miles de usuarios en la Red. Puede ser una forma de esquivar el trago del cara a cara, pero también puede ser que los jóvenes de hoy en día entiendan que es la única vía para pedir ayuda o expresar sus sentimientos, al fin y al cabo, han nacido con un ‘smartphone’ y, prácticamente, tuiteando la salida del vientre de su madre.
El uso que hacen de las redes, con mensajes en sus perfiles o en los perfiles de sus amigos, pueden mostrar sus hábitos de comportamiento y, en definitiva, ayuda a detectar a tiempo posibles peligros o situaciones difíciles por las que estén pasando.
¿Es, por tanto, necesaria una mayor vigilancia sobre el uso que hacen los jóvenes de las redes sociales? ¿Dónde está la línea que separa protección de privacidad? ¿Debe llegar la vigilancia a escuelas y universidades?
MUERTE Y VIOLACIÓN A TRAVÉS DE PERISCOPE
Una de las aplicaciones de moda, Periscope, ha tenido la protagonista de dos noticias recientes que han puesto los pelos de punta a todo el mundo, pero, especialmente, a muchos padres.
Una de estas noticias ha sido el suicidio de una joven francesa de 19 años que ella misma retransmitió a través de esta aplicación móvil, propiedad de Twitter. Durante esta emisión en directo, la joven confesó que había sido violada.
¿Se podía haber echo algo? ¿Se podía haber evitado su muerte? Había usuarios viendo cómo narraba su historia hasta que decidió acabar con su vida tirándose a las vías del tren. Periscope cuenta con una dirección de correo electrónico para emergencias, pero ¿lo saben los usuarios?
La segunda noticia, también espeluznante, ha sido la retransmisión en ‘streaming’ que hizo una joven de la violación de una amiga en Estados Unidos. Mismas preguntas, misma falta de respuestas.
Periscope ha explicado que este tipo de contenido explícito y violento no está permitido en la aplicación y que esta no se creó para estos fines. Sin embargo, el volumen ingente de vídeos que se sube a diario a la ‘app’ y un sistema automatizado impreciso hacen que sea, prácticamente, imposible evitar que se cuelen estas retransmisiones -sin entrar en que, haciéndolo, se abriría el debate de hasta dónde llega la libertad de expresión-.
SNAPTRENDS, EL ‘SOFTWARE QUE TE LEE
“Nadie va a extrañarme”. Es la frase que hizo sonar las alarmas en el sistema de escuelas públicas del condado de Orange, en Florida (Estados Unidos). Corresponde a una estudiante. Esta la escribió en sus redes sociales y un ‘software’ fue capaz de detectar el peligro.
El ‘software’ en cuestión se llama Snaptrends y su función es la de monotorizar los contenidos públicos de las redes sociales de los estudiantes y escanearlos en busca de posibles palabras que indiquen algún tipo de peligro, acoso cibernético o ataque.
Gracias a él, y a la alerta que lanzó sobre esta frase, los responsables del colegio en el que estudiaba la menor revisaron otras publicaciones suyas y descubrieron que, en realidad, hacía uso de dos perfiles. En uno de ellos se mostraba como una persona feliz, mientras que en el otro manifestaba tendencias y pensamientos suicidas.
Fue entonces cuando la escuela se puso en contacto con la Policía y esta, a su vez, con la familia, que no estaba al corriente de lo que pasaba con su hija.
SEGURIDAD VS PRIVACIDAD
Al igual que Snaptrends, existen otros programas que monitorizan y vigilan los perfiles sociales de escolares y universitarios. Safe Outlook Corporation y Geo Listening son solo dos ejemplos más.
En Estados Unidos, pese a que no existe una legislación nacional, es una tendencia al alza en algunos estados. En Florida, por ejemplo, existe desde 2013 una ley que permite a las escuelas revisar los correos electrónicos y publicaciones en redes sociales de los estudiantes, siempre que sus padres o compañeros alerten de una posible situación de ciberacoso.
La explicación del incremento del uso de estas herramientas la encontramos en que las redes sociales han pasado a ser uno de los canales en los que se registra mayor número de acosos y amenazas, y también peticiones de ayuda, en casos de niños y adolescentes.
No obstante, pese a que el fin último de este tipo de ‘sofware de vigilancia es aplaudido, su utilización implica para muchos dejar la privacidad a un lado. ¿Debe, en estos casos, primar la seguridad?
Muchos padres consideran que el papel de las escuelas debe limitarse a educar, mientras que otros creen que la protección y el velar por su seguridad debe ser un rol compartido, ya que buena parte de su tiempo lo pasan entre paredes de colegios y universidades.