Emprendedores, inversores y grandes corporaciones pueblan Shenzen. La ciudad ya ha sido bautizada, por algunos medios de comunicación, como la Silicon Valley asiática. Hace casi cuarenta años fue declarada zona económica especial. Desde entonces, la inversión de capital que ha recibido no ha dejado de crecer.
¿Se puede comparar con Palo Alto? Para Josep Maria Cervera, profesor del Máster Universitario en Negocios Internacionales de la UPF Barcelona School of Management, replicar el modo de Sillicon Valley es “muy complicado”.
“Primero porque se dieron unas características geopolíticas concretas que hicieron que inmigrantes de muchos países fueran a California. Era gente con capacidad de inversión. Muchas de las empresas de tecnología e innovación que aparecían tenían capital no americano, o al menos exógeno de segunda generación”, relata Cervera, que añade que ese modelo se ha querido aplicar a otras regiones del mundo, pero no precisamente a Shenzen.
Según el profesor, en California el modelo que funciona es el de la “educación y la universidad de primer nivel, con un nivel de vida que se vende como atractivo y seguro, en el que confluyen diferentes polos de creatividad tecnológica. Si esto se aliña con nuevos modelos de inversión y ‘business angels’”, sale el resultado.
“A Shenzen le faltan ingredientes para todo esto”, y apunta que una de las diferencias principales es que se trata de una zona “totalmente dirigida” por el gobierno. Si ha pasado de ser un “un pueblo de pescadores a tener 6.000 compañías tecnológicas”, entre ellas algunas tan potentes como Huawei, ha sido en opinión de Cervera gracias a haber sido declarada zona económica especial.
Detalla que su crecimiento es hoy del 8,9%, y que ha sido identificada como uno de los motores económicos del país. “Tiran mucho porque tienen ventajas fiscales muy importantes. Lo que han hecho es atraer al propio capital chino”. Sobre todo en hardware como la creación de baterías. “Esto es una lucha por nuestro presente, porque todos estemos usando esas baterías, y una lucha por ganarse una cuota de futuro, con la innovación y la capacidad de atracción de otras grandes compañías”.
“Promueven la inversión extranjera, pero no de cualquier tipo”, asegura el experto, que sostiene que de todo lo que sea manufacturación “no quieren saber nada. Lo que quieren que es el desarrollo de patentes”, y el trabajo de doctorados e investigadores, que lo podrán realizar en condiciones ventajosas.
“Dan cinco años de vacaciones fiscales, sin pagar impuestos, y si se decide contratar personal local, el Estado les paga el sueldo, de manera que invierte en el negocio a fondo perdido”, apostilla. Cervera explica que el 3 de noviembre una delegación de Shenzen que está girando por Europa hará parada en Barcelona: “Será interesante ver qué plan llevan”, zanja.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/economia/management/20161024/411260929945/shenzen-nuevo-silicon-valley.html