Acogerse a unas bonificaciones del Impuesto de Sucesiones, cambiar de residencia, donar los bienes antes de heredarlos, recurrir a una desheredación son algunas de las medidas que puedan proteger una herencia, contra el hachazo que supone el pago del Impuesto de Sucesiones y Donaciones (ISD en adelante). El gravamen varía en función de la comunidad autónoma en la que resida el difunto o causante y en unas se tributa más que en otras.

Una medida de planificación de la sucesión, es que la persona que va a dejar la herencia cambie de residencia y se empadrone en una comunidad autónoma donde existan mayores bonificaciones del Impuesto de Sucesiones, pero teniendo en cuenta que la residencia habitual es donde haya vivido el causante más días de los cinco años anteriores a la fecha de su fallecimiento y debe ser real, porque las Administraciones lo controlan.

Pero cuidado, porque la normativa civil también cambia y por ejemplo en Cataluña la legítima es una cuarta parte de la herencia que corresponde a los hijos y en el territorio común es 1/3 de la herencia, más 1/3 de mejora.

Otra alternativa que puede plantearse el causante para ahorrar impuestos es donar sus bienes en vida – transmisión “inter vivos” – o esperar a fallecer, pero calculando si pagará menos haciendo donaciones, ya que a partir de ciertos importes sale más barato que heredar.

Otra forma de proteger la herencia es dividirla en más partes debido a que el Impuesto de Sucesiones es progresivo como el IRPF y cuanto más se recibe más se tributa.

Los herederos de una empresa familiar pueden acogerse a la reducción general del Impuesto de Sucesiones del 95 por ciento y algunas comunidades autónomas lo han aumentado hasta el 99 por ciento.

Con esta reducción la Administración pretende facilitar el traspaso de la empresa familiar.

Recibir la vivienda habitual del testador en herencia tiene una reducción del 95 por ciento en la base imponible del ISD, con límites según las comunidades autónomas.

Hay que tener en cuenta el régimen matrimonial como es el de separación de bienes que cada causante tiene lo suyo, o el de gananciales que cada uno es propietario de la mitad.

Advertimos que en muchos casos se transmiten los bienes en mayor grado a los hijos y al cónyuge solo se le deja una pequeña parte, y conviene que se le adjudiquen bienes suficientes para su subsistencia.