Si te interesaría conocer qué valor tiene su empresa, por motivos diversos y uno de ellos porque si no tiene un continuador, se puede plantear venderla y realizar todo ese esfuerzo de tantos años de trabajo.
El empresario debe conocer que puede ser una solución a esa continuidad de la empresa, pero si se decide a hacerlo, el mejor momento de la venta es cuando está en una buena situación para obtener el mejor precio y no en los peores momentos, ya que se pierde interés.
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Métodos de valoración para una empresa
En cuanto al valor, se pueden utilizar diversos métodos de valoración.
Valor patrimonial de la empresa
Unos se fijan en el valor patrimonial de la empresa, que surge de la contabilidad y posteriormente ajustar los valores contables al valor actual.
Un ejemplo seria, si hay un inmueble adquirido hace bastantes años su valor actual será superior, por lo que debemos ajustar ese valor.
Pero también este valor contable puede ajustarse con el fondo de comercio; por ejemplo, sumando al valor estático el promedio de beneficios anuales multiplicado por tres (aunque ese multiplicador puede variar según la actividad del sector).
Beneficios obtenidos por la empresa
Hay métodos que se basan en los beneficios que ha obtenido la empresa en los últimos años, que dan una idea de la evolución de la empresa en el futuro previsiblemente.
En estos casos se utiliza el EBITDA, que es en general el beneficio, más las amortizaciones y gastos financieros, cuya cifra se multiplica por los años que se quiere recuperar la inversión que se realiza. Los múltiplos dependen de la actividad y pueden ser del 3 a 10 en general por el EBITDA.
Beneficios futuros de la empresa
Pero hay quien prefiere valorar la empresa en base a los beneficios futuros y el método será el descuento de flujos de efectivo, siendo un sistema más sofisticado y consistente en calcular cuánto dinero líquido va a generar el negocio en los próximos años y actualizar los flujos.
Para obtener la tesorería neta anual, hay que partir del beneficio neto después de los impuestos, sumar las amortizaciones y depreciaciones (que son gastos contables, pero no suponen ningún desembolso), y restar las inversiones a realizar.
Una vez determinados los flujos de caja generados y el plazo razonable de generación, deben actualizarse a un tipo de interés similar a la rentabilidad que un inversor podría esperar a la hora de adquirir el negocio.
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También existen otros criterios que pueden ser útiles para valorar tu empresa y que un profesional, como los que forman parte de Lladó Grup Consultor, especialistas en valoración de empresas, te pueden asesorar.